Borrar. Noche. Ceniza.

Después de ti todo será borrar. 

Después del naufragio todo será borrar. 

Borrar las huellas y arrancar los pasos. Cortar los cabellos y rapar rapar rapar hasta que no quede piel, ni cráneo, ni cerebro, ni neuronas.

Después del naufragio todo será cortar. Hacer de la piel, del mapa de la piel, miles de caminos a cuchillo, miles de caminos que no conduzcan a ningún sitio, que no lleguen a ningún pecho, a ninguna entrepierna, a ningún pie, caminos y caminos como palabras sin frase, como letras sin palabra, como trazos sin sentido. 

Después del naufragio todo será noche, hasta cuando salga el sol será de noche, aunque los pájaros revienten el cielo con su canto será noche, aunque la gente hierva en las calles y los niños griten en las escuelas, después de ti todo será noche, y cama y ataúd, un cadáver de días amasando gusanos, un cadáver acuoso, podrido, volviendo noche las sábanas, las cobijas y el colchón, inundando de noche el cuarto y el otro cuarto y toda la casa, noche y noche hasta las cimientos, noche atravesando el piso, noche infectando árboles en sus raíces, noche contaminando los ríos.

Después del naufragio todo será ceniza, lluvia eterna de ceniza, ceniza de cuerpos que no saben ser ceniza, que caminan hasta desbaratarse, y la casa -mi casa, tu casa- también de ceniza, si la toco se desbarata, y tú música también ceniza, y los recuerdos ceniza, y mis venas ceniza roja, y mis huesos ceniza blanca batida de ceniza roja, y mi piel morena ceniza de café con ceniza blanca, con ceniza roja, con cabellos negros pero grises de tanta ceniza. Pigmentos que se desbarataran con el tiempo, que colorearan el nuevo mundo, ese nuevo mundo sin ti y sin mí, y sin nadie que alguna vez haya amado, ese nuevo mundo mineral y vegetal, lleno de verde y esperanza que nunca tuvimos, y pecado que nunca se realizará, un mundo nuevo olor a volcán vencido, a lava fallida, a amores fracasados, un nuevo mundo donde ya no habrá muerte, ni llanto, solo verdad llana y fresca, verdad y no secretos, verdad y no dolores, verdad descarada y verde que no necesita decirse porque se sabe aunque nadie necesite saberla, porque los árboles y las plantas no saben nada.